martes, 12 de diciembre de 2017

Sitges 2017 (I): jueves 5 y viernes 6 de octubre


Después de un noviembre con bastante ajetreo (mes en el que otras cosas participé de nuevo en el Nanowrimo aunque no lo completara), os traigo otro año más mi particular resumen del Festival de Cine Fantástico de Sitges. Es agradable comprobar como en cada edición es más fácil hacerse una cartelera a medida y dar rienda suelta a gustos y preferencias muy variadas por todo lo que puede ofrecer el género (y lo que no es de género, que también tiene algo de cabida). 

En esta primera entrada hablo de dos películas que en mi horario inicial no estaban previstas, pero las circunstancias se alinearon para poder asistir y acompañar a mi hermana, así que aquí están. Las decidí sobre la marcha y las dos me soprendieron positivamente: la parte buena de intentar mantener siempre las expectativas bajas. Muy recomendables ambas.


En el contexto de la Guerra Fría, una mujer muda, Elisa, trabaja limpiando un laboratorio militar. Su rutina cambia cuando de la mano de un nuevo supervisor de seguridad, Strickland, llega una nueva investigación al centro.

The Shape of Water es una historia de amor narrada como una fábula y con un tono particular que auna muy bien las películas de terror clásicas sobre "El monstruo" con un punto de vista poético. Estéticamente es muy bonita y la trama se apoya en varios detalles (algunos tropos típicos, otros bastante originales) que le dan mucha fuerza y ayudan a acaracterizar los personajes y el contexto. Strickland con las obsesiones típicas del "sueño americano", la frustración que le provoca el mundo publicitario a Giles, los huevos que lleva Elisa o la propia música. En su conjunto, a pesar de la simpleza de la historia principal, la trama es el resultado de un tapiz de las distintas realidades de todos los personajes consistente y eficaz.

Uno de los enfoques que más me gustaron es que la película representa distintas soledades que proceden de las barreras sociales que sufren algunos de los protagonistas: Elisa es muda, Zelda (compañera de trabajo de Elisa) es afroamericana y Giles (vecino de Elisa) es homosexual. La relación principal que se establece en la película, entre Elisa y el monstruo se basa precisamente no en romper las barreras que ella tiene frente al resto del mundo sino en sentir que esas barreras no tienen porque existir si ponemos empeño o que hasta las podemos transformar en puentes. Por eso, aunque los otros casos no se exploren tanto en la película y podrían haberlo estado para hacerla más redonda, creo que pueden tomar el mismo mensaje.





Una agente novata del FBI llega a una reserva de nativos americanos para investigar la muerte de una joven. Para moverse por el terreno pedirá ayuda un guardabosques de la zona (miembro del United States Fish and Wildlife Service).

La película tiene mucha fuerza. Me encantó la fotografía y la banda sonora (de Nick Cave y Warren Ellis). La historia es buena, está bien llevada y se narra con mucha contundencia; como las escenas de acción que aparecen. A parte de la investigación en sí, se dan pinceladas de otros temas como la burocracia policial, la dificultad de la vida en la zona, o distintos acercamientos a las relaciones familiares.

Al principio me quedé con la sensación de contundencia como positiva, pero con la impresión de que varias cosas negativas podrían haberse arreglado para ser mejor. Sin embargo, con un poco de tiempo, los fallos no me parecen tan graves, o ni siquiera eso, creo que le pedía a la película algo que ella no quiere tratar. Aun así, en uno de los puntos clave, que es el intento de explorar otras masculinidades, de cómo los hombres llevan el dolor entre otras cosas, sí que pienso que se queda un poco a medias, sobre todo por lo anclado en lo estándar que está el protagonista. Las imagenes del padre de la víctima con la pintura por ejemplo, remarcan la idea, pero para mi gusto no acaba de llegar a algo más.

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