Este año parece que sí que voy a publicar mis pequeñas impresiones de las películas que he visto en Sitges. Mencionar que ha sido una edición muy extraña, pero que el sistema de entradas numeradas, sinceramente, ha sido muy positivo. Las medidas sanitarias se han cumplido y fue agradable poder disfrutar del cine después de tanto tiempo.
Peninsula
Una evolución a lo Walking dead, donde los zombis tienen menos importancia y presencia y la maldad del ser humano una mayor.
Tanto el prólogo en el barco como las flipadas al llegar a la península me dejaron un buen regusto a los juegos de Resident Evil: lo primero por una perspectiva visual que recordaba a las entregas con cámara al hombro y que tiran más a generar tensión; lo segundo porque cuando la saga se deja llevar ofrece unas escenas pasadas de vueltas memorables.
Después, todo son tópicos uno detrás de otro que no levantan la narrativa hasta el final, que sí deja un buen sabor de boca y te recuerda un poco de qué iban estas películas: crítica social. Sin embargo, en la primera esto queda más patente y mucho mejor envuelto en la acción. Una lástima que quede desinflada.
Vicious fun
Divertido, como el título de la película, es usar la etiqueta "peli sitges", algo que permanece en el imaginario colectivo a pesar de que el festival abarca muchísimo más que esa noción algo vaga desde hace años. Pero sin duda hay gente que sigue acudiendo al festival básicamente por este tipo de películas, para ellos: esta merece la pena.
Sinceramente pienso que la nostalgia ochentera se está yendo de las manos, y muchas veces no es más que un recurso vacío para atraer. Sin embargo, aquí funciona muy bien, ya que casan todos los aspectos: referencias, música, apartado visual, etc. Además, ciertos topos se actualizan de manera muy positiva, y los momentos de impacto hacen que merezca la pena echarle un ojo.
Mandibules
Sin ser un gran entendido en el cine o cultura francesa, sí he visto que el humor que se basa en reírse de la estupidez o de la clase alta es algo habitual. Todo el mundo la define como “dos tontos muy tontos encuentran una mosca gigante”, y es simple y llanamente eso.
A quien no le gusten esos chistes, no estará cómodo en la película, como tampoco quien sea sensible a alguna broma cruel sobre la discapacidad de cierto personaje.
Sí le concedo ser un viaje que te lleva por donde quiere sin resultar extraña, compras su historia sin poner pega alguna. Cualquiera que asistiera a Sitges reconocerá que la mayor broma recurrente funciona, y hay un par de escenas donde solté alguna carcajada. Pero quizá lo más importante es que la mosca es muy mona.
L'état sauvage
Es uno de aquellos casos que me deja mal sabor de boca porque le veo mucho potencial, pero mucha otra parte fallida.
Un western que propone un enfoque distinto, tanto femenino como adentrándose en el terror, en el que una familia trata de huir de las repercusiones de la guerra. Algunos recursos creo que sí funcionan, sobre todo los que se ocupan de remarcar más el mensaje, pero otros incluso me sacaron de la película.
Tiene escenas muy potentes, como el baile agradable que se ve interrumpido por los soldados; o la contraposición entre dos cenas a lo largo del filme. Pero otras que fallan estrepitosamente. Algunas de las que tratan de explotar la tensión lo consiguen a ratos, el clímax es bastante mediocre, y la escena del carro hace aguas por muchos lados. Se entiende la intención en general, pero tengo la sensación de que el espectador tiene que hacer demasiado trabajo para que todo funcione.
Y, a pesar de todo, por el mensaje vale la pena, y creo que puede tener cierto público, que entre bien en ella para acabar llevándose una sorpresa.
Save yourselves!
Una pareja de treintañeros de Brooklyn decide pasar unos días en una casa en el campo con el objetivo de desconectar de las redes y reconectar con la naturaleza, pero su desconexión les impide enterarse de la noticia de una invasión alienígena.
Una comedia que se centra en los hipsters y sus tendencias. Explora el angst millenial de encontrar un lugar en el mundo donde estar cómodo sin dejar de lado lo natural y poder mantener unos ideales que a veces tomamos sin pensar demasiado.
Con momentos bastante divertidos y otros algo típicos, se me hizo muy entretenida, pero la reflexión al final parece que no va mucho más allá de lo superficial, algo que la propia película trata de criticar.
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