Sé que hay muchos fans de la saga que critican Final Fantasy VIII (Squaresoft, 1999), así como otros tantos que lo defienden (y para muchos es incluso su preferido, por haberse iniciado con él, o preferencias personales). A mi modo de ver no es un mal juego, pero sí tiene un gran fallo general y es que deja la sensación de que podría haber sido mejor: varias características son buenas, o se presentan interesantes, y, sin embargo, no llegan a consumarse, el interés va decreciendo o directamente se rompe. Y a pesar de esto hay dos aspectos que sobresalen y me resultaron suficientes para jugarlo e incluso rejugarlo: el sistema de mejora de los personajes y su banda sonora.
"Sin música la vida sería un error."
Friedrich Nietzsche
La ambientación de FFVIII presenta una mezcla de la fantasía habitual en la saga con toques de ciencia ficción; uniendo magia y brujería a una tecnología avanzada y viajes espaciales, entre otros rasgos. El apartado gráfico evoluciona en el mismo sentido, los personajes aparecen estilizados y se buscan detalles más realistas en los escenarios y demás aspectos del diseño. El mundo es también otro elemento significativo que trata de expresar esta condición: diversas naciones están en guerra y los protagonistas son sólo una pequeña pieza del entramado del conflicto político.
La trama se va desenvolviendo con bastante interés sobre todo en los primeros compases del juego. Los protagonistas son miembros de una distinguida sección militar y deben acatar las órdenes que les encomiendan; pero cuando se desvían de este camino, el interés sufre altibajos, en parte porque la misma trama pierde algo de fuerza y en parte por motivos que explicaré posteriormente. Uno de los problemas por los que ocurre es la relación entre Squall y Rinoa, no porque no esté bien construida, si no porque se dejan de lado muchos otros hilos argumentales por narrar al centrarse casi exclusivamente en ella. Como jugador esperaba que se ahondase más en determinados aspectos de la historia, pero el título pasa superficialmente o bien ni tan siquiera los explora. Como por ejemplo que los Guardian Forces parezcan tener un impacto tan importante en el mundo pero después no tengan relevancia más que en el sistema de juego.
El punto más flojo del título es la evolución de los personajes. Tiene un buen elenco... pero sólo si lo contemplas como una imagen plana: están bien caracterizados y resultan atractivos (no me refiero al aspecto físico). El problema es que todos sufren un desarrollo muy pobre, y algunos de ellos ni siquiera experimentan cambio alguno, y para rematar está la historia de su pasado, algo que en la saga se le acostumbra a dar un valor especial, es paupérrima en este título. A mi parecer, lo peor de un personaje en este género es que resulte prescindible. ¿Y no lo son Quistis, Zell, Irvine y Selphie? Cada uno de ellos refleja una personalidad propia y algún rasgo característico, sí, pero la trama funcionaría perfectamente sin ellos o con algún sustituto en su lugar. Por poner un ejemplo, es hasta conmovedor cuando Zell sigue buscando sus bocadillos al final del juego, pero cuando me planteo qué momentos memorables ocupa en el transcurso del mismo sólo recuerdo las combinaciones del kiai. Quizá es que tengo mala memoria, pero me deja esa sensación de personaje vacío.
Squall y Rinoa resultan más carismáticos, pero se debe bastante al hecho de que tienen un mayor peso en la trama. Además, sus propios defectos son al mismo tiempo lastre e impulso de su relación e incluso en la historia general. Por ello da lugar a una historia de amor creíble y emotiva, pero que en algún momento puede ser algo empalagosa, y esto unido al ocupar una parte tan central de la obra provoca que pueda hacerse algo pesada. Laguna es quizá el personaje más interesante del juego, a pesar del lugar secundario que ocupa, pero en ciertos aspectos tampoco termina de cuajar.
Pero la mayor decepción son los antagonistas. La introducción plantea y promete una intensa enemistad entre Squall y Seifer que, con el desarrollo del juego, se torna insulsa. Con el tiempo Seifer se vuelve un cretino que no llega a más que “perrito faldero de la bruja”, tal y como dice Squall; y su rivalidad se queda en simples riñas y puyas. Con Edea sucede lo mismo, aunque el personaje tiene más carisma y su papel más fuerza. En este sentido, FFVIII es un claro ejemplo (por su carencia) de lo importante que es el antagonista en cualquier historia. Sin la fuerza de una oposición destacada, las acciones de los protagonistas parecen vacías, ya que su valor se mide precisamente por contraste a ella.
Bueno, después de esta digresión repasando lo más negativo del título llegamos a un punto que me he estado reservando hasta este artículo para hablar de un aspecto fundamental de la saga: la banda sonora. Y lo he hecho porque es uno de los motivos que más me incitaba a seguir jugando al título (y sigue haciéndolo).
En toda la saga se hace un gran uso de la música hasta el punto en que es otro componente más que apoya en gran medida los personajes, la trama y la ambientación. Pero no simplemente eso, ya que en ocasiones el protagonismo de la banda sonora sobrepasa otros elementos. Desde los temas personales a los que ayudan a caracterizar una mazmorra, pasando por el ánimo que infunden los temas de los jefes. Es un apoyo a lo sentimental de los puntos álgidos de las tramas de los distintos títulos. Además, la banda sonora de cada título se distingue del resto al mismo tiempo que mantienen un aire familiar.
Como en el resto de títulos, en los distintos temas de la banda sonora de FFVIII una serie de motivos particulares se repiten, dando cohesión a la obra. Pero éste es el primer título en el que éstos culminan en un tema principal cantado: Eyes on Me. Aunque la presencia de un tema con letra y voz se instaurase a partir de entonces en la serie, la canción tiene cierta importancia en la trama de éste juego, y suena en varias ocasiones dentro del mundo del mismo. Su papel es ensalzar la temática romántica de la trama, haciendo que en el romance de Squall y Rinoa resuene la historia de Julia y Laguna, proporcionando un gran broche al tema.
En FFVIII la música refuerza especialmente bien las situaciones de la trama: las guerras entre los jardines, el viaje al espacio, la relación entre los protagonistas,... En más de una ocasión cargué una partida de nuevo para volver a ver una cinemática o situación, embriagado por espectacularidad gráfica y sonora del evento; por ejemplo en los despliegues de tropas, algo realmente alucinante en aquella época aunque hoy sea más habitual.
Algo que me suele suceder jugando a JRPGs es que, al entrar en el menú en una zona con un tema particularmente adictivo o entretenido, me dedico a interpretar su ritmo básico con los movimientos del cursor (cuando éste lleva asociado un efecto de sonido). Sí, y de hecho me puedo pasar un rato… (y no me gusta que el menú tenga un tema propio como en algunos juegos). Y en este título lo que también me sucedía era que no podía parar de extraer determinadas magias de los jefes, en parte por acumularlas, pero sobre todo para seguir escuchando Force Your Way.
Porque el sistema de juego de FFVIII tiene unos aspectos muy distintivos. El primero de ellos es que no haya puntos de magia, en su lugar cada personaje almacena unidades de cada hechizo; y el segundo es el hecho de que la subida de nivel no es el factor principal para mejorar al personaje, ya que las características aumentan muy poco con ella. En su lugar, el sistema de enlace permite vincular los hechizos guardados a las características, lo que hace que lleguen a desarrollarse enormemente según la afinidad conjuro-característica y el número de ellos que tenga guardado el personaje.
Mediante el enlace también se permite vincular Guardian Forces (las invocaciones de este título) a los personajes, para que los primeros puedan mejorar y aprender habilidades. Algunas de estas habilidades también se pueden vincular a los personajes para varias cosas, como mejorar sus atributos o proporcionarles nuevos comandos en batalla. Además, la eficacia de un GF puede depender de su afinidad con el personaje que lo equipa, de su elemento afín…
Aunque tampoco quiero olvidarme de mencionar otro de los motivos por los que podía llegar a enganchar el juego: el Triple Triad. Este minijuego de cartas adquiría una dimensión propia, con reglas distintas por regiones, cartas únicas y en general un buen añadido para coleccionistas. Tuvo tanto éxito que se ha incorporado a Final Fantasy XIV A Realm Reborn e incluso hay una aplicación para móviles desde hace poco.
Espero que este breve pero intenso repaso no haya quedado demasiado concentrado y poco explicado, pero quería resumir bastante los motivos por los que creo que, a pesar de la mala prensa que tiene el título, merece la pena jugar a FFVIII (también hay multitud de defensores, claro), siendo consciente de sus limitaciones pero también de todo lo que puede ofrecer. Algo que hay que reconocer es que es admirable que Squaresoft se atreviese a innovar tanto en lo jugable con la fórmula tan sólida que habían conseguido, si sólo se hubieran cuidado igual bien algunos aspectos argumentales...
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